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Estrés en el trabajo

En tiempos de cambios, donde escuchamos la palabra crisis aplicada a todo, nos sugestionamos, entramos en pánico, sentimos la tensión del riesgo a perder nuestra seguridad y, sea esto cierto o sea imaginario, igualmente sentimos la tensión. Muchas veces se magnifica lo que vivimos pues estamos obsesionados, percibiendo lo peor, y esto nos anula la flexibilidad que necesitamos para cambiar.

La idea fundamental que quiero hacerles llegar es que cada uno de nosotros proyecta todo lo que siente dentro, en su entorno. Muchas veces, los conflictos que tenemos en casa tienen este disparador, al igual que el estrés en el estudio o en el trabajo. Por esta razón, la solución de nuestro estrés no va a depender de que las cosas afuera cambien, de que las crisis se solucionen, pues no lo van hacer nunca; cuando una pasa aparece otra. Así que la solución tiene que venir de adentro.

Si observamos un día tipo con sus influencias, nos daremos cuenta de esto y, tal vez, encontremos cómo manejar mejor todo ese estrés y así cambiar los resultados.

Supongamos que llegas al trabajo y a los problemas laborales le añades tu situación personal (tal vez tuviste una discusión en el desayuno, o alguno de los niños enfermó, y hubo que ir al médico, tal vez anoche te quisiste distraer o no pensar en problemas y abusaste de alguna sustancia y hoy te sientes demolido). ¿Cuántas cosas más nos influencian cotidianamente? Tal vez no quieras hablar con nadie, con esta tensión vibrando en ti. Y tu responsabilidad en el trabajo, magnifica esa presión. ¿Qué hacemos con eso?

De acuerdo a nuestro temperamento, o a nuestra posición en la empresa, puede que demos lugar a alguna expresión, una explosión de rabia, una discusión, un grito, un golpe en la mesa o puede ser que simplemente lo reprimamos, tratando de no traer los problemas personales al trabajo. Ninguna de las dos es la solución óptima. La carga emocional que no expresamos se acumula en nuestro sistema nervioso; el cuerpo la siente y suele desembocar en enfermedades. Y si volcamos nuestro estrés en los otros, no contribuimos con el funcionamiento laboral. ¿Qué haremos entonces con esa carga emocional?

Ahí en el trabajo, hay acciones que puedes tomar que son más constructivas que simplemente quedarte pasivo, fingiendo que todo está bien. El enojo y la tristeza, tienen formas muy específicas de descargarse. El enojo se descarga gritando o golpeando y la tristeza, llorando; mas vas a hacerlo en una forma inocua, sin perjudicar a nadie. Yo te preguntaría, ¿sentiste rabia? Pues entonces, ve al baño, enrolla una toalla, mueve la intensidad de un grito de rabieta allí. ¿Te sientes frustrada, con ganas de llorar? No te tragues las lágrimas, ¡déjalas fluir ya! Que se limpie y así no se tornará en resentimiento guardado en tu pecho, y tu corazón será libre de sentir de nuevo en cada momento.

También hay otras acciones que te pueden ayudar a descargar esa energía de frustración: en cuanto puedas, si lo sucedido te agobia, ve a caminar rápido o corriendo una vuelta a la manzana, o por los pasillos baja o sube las escaleras en vez de quedarte en pasividad, sentado o parado en el elevador. Si quieres fumar o comer algo, espera, pregúntate "¿qué siento?" Conéctate y si fumas o comes, que no sea un acto para evadir lo que sientes, sino que sea tu elección en ese momento.

Si lo que nos tensiona viene de los sentires que tenemos con algunos miembros de nuestra familia, tenemos que acercarnos hacia ellos en lugar de alejarnos, y hablar nuestra verdad; acercarnos al otro y soltar el pasado, expresarle lo que la situación nos hizo sentir, mover la carga que eso nos genera y luego soltarla.

Muchas veces creemos que no debemos expresar lo que sentimos por temor de herir a alguien:

-Hola, ¿cómo estás? -por dentro pensamos "lo odio, lo odio, pero es mi hermano. Mamá y papá me están mirando", así que sonrío¬ y pregunto- ¿Estás bien? -Y me siento "grrrrr".

El ser agradable, ser amable sin sentirlo, no es real, es falso, es frágil y no hay conexión. ¿Por qué? Porque viene de la cabeza, es sólo intelectual, desconectado, el corazón no está presente en el sentir y el otro se da cuenta.

Por dentro está esa ira y la conexión es superficial; pero si expresaras y soltaras la carga, ¿qué sucedería? Te reunirías con el amor. Porque el amor estuvo siempre allí.

Realmente es imposible odiar a alguien; ¡si soltaras la carga amarías a todos! Tal vez esa persona no sería tu mejor amigo, no irían de fiesta juntos, pero no tendrías ni carga ni resentimiento. Porque donde sea que veas eso externamente es una parte tuya que no estas amando.

Cuando ves tus juicios, los que son grandes, intensos, en un momento los encontrarás dentro de ti y te vas a sorprender: "¡Ah, eso que juzgaba era yo!". Y sí, siempre has sido tú, eso que veías afuera como malo, como inadecuado.

Esto es muy importante, pues lo que hacemos generalmente es ignorar toda la emoción y fingimos que todo está bien. Así todo va suave y nos sentimos cerca de los otros o nos comportamos como creemos que tenemos que ser, pero por debajo está todo ese resentimiento, o toda esa ira, muy a menudo con los que están más cerca de nosotros.

Hay que expresarse con claridad y ser real, pues si no, uno comienza a odiarse a sí mismo. Y enseguida pensamos: "¡Ah, pero tengo miedo! ¡Voy a herir a alguien!". Pero mira, ya estás lastimando a alguien, te estás lastimando a ti mismo.

La verdad vuela más alto, y causa unidad siempre. La protección aumenta el miedo y nos separa.

Así que sigan vaciando, expresando la carga de esos juicios y vayan soltándolos hasta que lo único que quede sea la unidad y que todo el resentimiento se haya ido. En esta forma comienzas a sanar tu vida en todos los ámbitos. Al verte libre de miedos, juicios y resentimientos, tu relación con tu familia y con tu entorno laboral comienza a cambiar.

Cada situación será para estar más presente en tu vida, para poder ser en el momento todo lo que puedes ser, cambiando, creciendo y creando así una vida apasionada, sin necesidad de pastillas para no deprimirte o estimularte.

Lo que aquí te presento es un panorama para evaluar el cómo vamos viviendo día a día, momento a momento, en el trabajo.

Hasta que decides cambiar, el miedo es el gran lienzo sobre el que pintas tu vida, percibes tus tensiones, obsesiones y protecciones. El miedo nos ciega y la consecuencia de esto se refleja en todos los aspectos de nuestra vida: nos enfermamos, no deseamos ir a trabajar, nuestras relaciones personales y familiares son insatisfactorias. Nos sentimos confundidos y atrapados.

¿Qué te parecería usar un lienzo para pintar tu vida, incluida tu vida laboral, que revele los colores del amor, la cooperación, la generosidad, la comunicación, la receptividad, el cariño, la unidad?

Por Isha, autora de "¿Por qué caminar si puedes volar?", libro de Aguilar Fontanar, del grupo Santillana y película distribuida por Arthouse. Disponibles en todo Chile y el mundo de lengua hispana y en inglés, japonés, turco y próximamente danés. Más información en www.isha.com o chile@isha.com